Fresas El Pinar. El nombre de la marca es representativo de lo que ocurre en el entorno del Parque Nacional de Doñana. En torno a 2.100 hectáreas de cultivos de esta fruta ocupan terrenos protegidos o de montes públicos y van chupando el agua, y la vida, del acuífero que alimenta la marisma más emblemática de Europa. Allí nidifican cada año 600.000 aves y hasta un 80% de la población de algunas especies amenazadas dependen de ella, el lince entre otras.
Pinos y plásticos se entremezlan en el horizonte. Invernaderos que son un peligroso enemigo que acosa al Parque, según aseguran en WWF/Adena. Sus técnicos llevan cuatro años investigando los efectos de los 700 pozos ilegales (la mitad de los que hay) que están secando el arroyo de La Rocina, también llamado La Madre porque alimenta la marisma. «Los científicos han comprobado que hay zonas en las que el acuífero ha bajado hasta 20 metros debajo del suelo y eso se debe a la extracción de agua, sin autorización de la Confederación Hidrográfica, para el cultivo del fresón durante los últimos 30 años», asegura Guido Smichdt, responsable del programa de agua de la organización ecologista.
Cada año se estima que se succionan del acuífero unos 100 hectómetros cúbicos de agua para el riego de 4.400 hectáreas de cultivo. Lo sostenible sería la mitad. Así lo asegura el comisario de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, Javier Serrano, frente a uno de los pozos ilegales localizado en el monte público del municipio de Lucena del Puerto. A pocos metros hay otro, y allá otro más. Una tubería lleva el agua hasta la fruta, ahora en plena campaña de recogida.
«Largo de aquí, ésto es propiedad privada», increpa a los periodistas uno de los agricultores que cultivan el monte público de Lucena. Como muchos otros aduce que tiene permiso de su ayuntamiento, si bien no lo tiene para regar. Sin embargo, tras años de pasividad de la Junta de Andalucía, la situación se ha consolidado. Es más, estos freseros incluso reciben subvenciones públicas pese a su ilegalidad. Los beneficios que obtienen son altos: 10.000 euros anuales por hectárea. El agua ilegal, y gratuita, que consumen equivale al consumo doméstico de 300.000 andaluces.
El comisario Serrano es poco querido en la zona. Ya ha cerrado 20 pozos y en la cartera tiene otras sentencias pendientes de ejecución. «Queremos buscar alternativas con los afectados y las administraciones. Facilitar su traslado a otras tierras que no dañen Doñana o incluso un trasvase del Guadiana. Pero debe hacerse cuanto antes», afirma.
La idea del trasvase no convence a WWF/Adena porque afectaría a numerosas especies y no impediría los cultivos. Prefieren la de los traslados de los invernaderos más conflictivos - al menos unas 1.400 hectáreas- y una mejora tecnológica que permita ahorrar agua, algo que creen que sí que debería subvencionarse. De este modo se podrian recuperar las zonas públicas y las protegidas (éstas son 112 hectáreas) hoy invadidas de plásticos.
Pero el tiempo pasa y, a falta de solución, la ONG ha comenzado a trabajar con otro eslabón de la cadena: los supermercados. «Se trata de concienciarles de que no compren fresón a los ilegales. Si se quedan sin mercados, se verán obligados a cambiar los cultivos de sitio», asegura Smichdt. El siguiente paso de los ecologistas sería la restauración de 18.000 hectáreas de corredores ecológicos para la fauna que va del Parque Nacional hacia Sierra Morena, que hoy están cortados.
De momento han firmado un acuerdo con una importante cadena holandesa de alimentación, Albert Heijn, y en España ya se han mostrado interesados en seguir la recomendación hecha por WWF/Adena en Eroski, El Corte Inglés, Alcampo y Carrefour. «Lo que no es admisible es que se seque la marisma y, encima, luego un tercio de la cosecha acabe en la basura», denuncia Schmidt.
Sensores en las plantas
Las fresas lucen esplendorosas. Bajo las plantas, a 15 y 30 centímetros de profundidad, unos sensores captan la humedad y la temperatura y van indicando la cantidad de riego que precisan. Otra sonda recrea la succión de la planta para estudiar los nutrientes. Este es el sistema piloto que WWF/Adena ha instalado, en colaboración con los propietarios, en la finca Guaperal, en Doñana, para cuantificar cuánto agua requiere esta fruta. «De momento no tenemos datos, pero parece que sí se ahorra bastante», asegura el técnico Antonio Luis Faraco, mientras muestra el invento.
El sistema ha costado unos 14.000 euros y ya hay vecinos dispuestos a seguir sus pasos. José Pérez, uno de los propietarios, reconoce que «es útil para conocer la finca». Pérez, que lleva toda la vida dedicado a la fresa, es reacio a hablar de sus vecinos los 'ilegales'. «Venden más barato, pero a mi negocio no le afecta; además, llevan ya 20 años», argumenta.
WWF/Adena espera que, al final, el gasto de agua en Guaperal haya disminuido cerca del 30%. El propio comisario de aguas del Guadiana reconocía que una hectárea de fresa necesita 4.500 m3 al año, pero de media se consumen 6.500 m3.
