RICARDO FANJUL
Los 11 jóvenes okupas detenidos el martes en Navalquejigo y puestos en libertad a las pocas horas pasaron la noche del miércoles en furgonetas y dos autobuses. El viejo tentadero del pueblo acogió a estos vecinos, que recibieron a su regreso a la aldea el apoyo de amigos y simpatizantes que se acercaron al lugar tras conocer la noticia del desalojo.
El día después transcurrió tranquilo, pero de forma triste, sobre todo para los que consideran éste su hogar desde hace casi 10 años. La situación de estos jóvenes se presenta complicada, puesto que, como ellos mismos reconocen, «ahora no tenemos nada de nada, ni sabemos adónde iremos».
La mayor parte de los habitantes de Navalquejigo ha conseguido su trabajo en los alrededores del pueblo o de la comarca. La proximidad de la estación de Cercanías de Las Zorreras también supone una ventaja para aquellos que trabajan en zonas más alejadas de El Escorial. En caso de tener que abandonar definitivamente este enclave, muchos podrían quedarse sin sus puestos de trabajo.
Recoger sus pertenencias
Tras este primer día fuera de las casas, la necesidad más inmediata para todos ellos era poder acceder de nuevo a las viviendas para recoger sus pertenencias. Esperan que el juzgado levante los precintos de puertas y ventanas, impuestos por la Guardia Civil tras desalojarlos y detenerlos.
Todos los vecinos de Navalquejigo son conscientes de que intentarán también echarlos del terreno, tras sacarlos de las viviendas que habían rehabilitado. Ante lo que ellos consideran un cambio de actitud por parte del propietario, no pretenden presentar más oposición que la legal: «Pretendemos que se haga de manera regular, y no aludiendo a informes carentes de rigor. Nosotros comenzamos a habitar estas casas porque el pueblo estaba completamente abandonado y cuando los anteriores propietarios supieron de nuestra presencia, no pusieron ninguna objeción», explica Daniel González, uno de los okupas. Según explicaron algunos de los desalojados, «creemos que antes eran tres propietarios y que uno de ellos ha comprado el total a los otros dos. Por ello, las cosas han dado este giro, seguramente porque también han cambiado los intereses sobre este pueblo. Antes no interesaba a nadie y, posiblemente, ahora se esté negociando algún proyecto, que debe de ser muy rentable».
VIDA AUTARQUICA
Los motivos para convertirse en 'okupa' no son siempre los mismos. Hay quienes entienden esto como una nueva interpretación de las comunas 'hippies' de los años 70; y los hay que llegan a ser 'okupas' empujados por la precaria situación laboral y los precios de la vivienda. Sin embargo, todos ellos coinciden con aquel movimiento 'hippie' en su posicionamiento contra el sistema capitalista y consumista que rige la sociedad actual.
La realidad de los habitantes de Navalquejigo pasa por mantenerse con sus propios empleos y comprar la mayoría de los productos que consumen. A pesar de ello, intentan ser lo más autárquicos que pueden en su día a día. Desde hace cinco años consumen productos de su propio huerto; la energía eléctrica la obtienen de placas solares instaladas por ellos mismos; y el agua caliente llega gracias a un calentador instalado y controlado por uno de los vecinos, que es fontanero.
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