Miércoles, 17 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6240.
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 MADRID
Flamenco
El Pipa triunfa en la Gran Vía
El espectáculo 'De Tablao' es un montaje escenográfico clásico que transmite frescura, alegría y emoción sobre profundas raíces
ALFREDO GRIMALDOS

Antonio El Pipa cosechó un éxito total durante su primera noche en el Teatro Gran Vía. El sabor del flamenco de siempre, el que se vive en familia, de la forma más cotidiana y natural, llegó con el bailaor jerezano y su gente. Antonio presentó su último espectáculo, De Tablao, muy en la línea de lo que él suele hacer: escenografía sencilla, buen ritmo interno y un concepto tradicional del flamenco. Se agradece esa vuelta a los orígenes, sobre todo si la oferta artística tiene tanta frescura y autenticidad como la suya. Cante, toque y baile de primera calidad.

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De Tablao se sitúa en el extremo opuesto al de algunas propuestas alambicadas actuales, con supuestos mensajes crípticos que hay que intentar desentrañar haciendo grandes esfuerzos. La obra de El Pipa es un montaje clásico, redondo, muy cuidado, que transmite frescura, alegría y emoción. Sobre profunda raíces flamencas.

El montaje comienza con una estampa inspirada en las creaciones del maestro Antonio Gades, con el sonido de los aires lorquianos del Café de Chinitas y un ritmo trepidante. El Pipa da su sitio a cada uno de los artistas de la compañía y el resultado es un trabajo coral de enorme categoría.

Como él dice, no hace falta más que cante, palmas, toque y baile, bien combinados, con gusto, compás jondura, para que se disfrute del buen flamenco. Desde el primer momento se respira un ambiente festivo en el que todos los elementos están perfectamente integrados.

Durante más de hora y media ininterrumpida se puede disfrutar de excelente y variado baile y de muy buen cante. Antonio se empleó a fondo, con fuerza y talento, por alegrías, en unas monumentales soleares y en varias piezas más. De Tablao está concebido para que todos los que intervienen en el espectáculo puedan destilar a fondo su arte.

La primera bailaora de la compañía, María José Franco, goza de merecido protagonismo, con una memorable seguidiya y varios bailes más. Merece especial reseña la bulería por soleá que hace con Antonio.

Carmen Ledesma aporta su aplomo y un baile profundo y lleno de sabor por soleá. Otra referencia fundamental a las más puras raíces flamencas dentro del montaje de El Pipa.

También destaca el cante cavernoso y primitivo de su tía Juana, que enlaza con la prehistoria flamenca y aporta un impagable poso jondo y la evidencia de que determinada forma de concebir e interpretar este arte se hereda por vía familiar.

Antonio recuerda que, como cualquier otro gitanito de Jerez, comenzó haciendo el baile como parte del juego. Sus celebraciones familiares y vecinales se hacían siempre por bulerías. En ese ambiente se crió con la ineludible referencia bailaora de su abuela Juana y rodeado de su madre y de sus tías, que hacían del flamenco una forma de vida.

A los 36 años, El Pipa es ya un artista consagrado, que ha sumado a esa herencia familiar el estudio y el trabajo inteligente. Sabe que Gades ha sido un genio de la puesta en escena y lo tiene cada vez más presente.

De Tablao es un montaje redondo, con un sólido hilo conductor, que transcurre fluidamente. Los números que se van sucediendo sobre el escenario son muy variados pero forman parte de un diseño coherente. El ambiente de camaradería de un tablao tradicional queda perfectamente reflejado. Una de las guindas son los tanquillos gaditanos que interpreta la gran Mariana Cornejo, que está sobresaliente. Una especie de rap carnavalero perfectamente respaldado por una coreografía fresca y vibrante. Además, la cantaora de Cádiz demuestra su soltura rítmica por bulerías. También hay que destacar el sólido respaldo de que goza atrás el espectáculo, con un grupo sin fisuras comandado por el excelente tocaor Pascual de Lorca.

Uno de los momentos más mágicos de la noche llegó con el baile por soleá de Antonio, sereno y profundo, que estuvo respaldado por el cante impresionante de Enrique El Extremeño. En determinado momento, El Pipa cedió la primera línea del escenario al cantaor. Talento, generosidad y auténtica pasión por el flamenco de pellizco.

Cuando un espectáculo como éste pasa en un suspiro y todo el público sale sonriendo, es que ha habido duende.

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